Hace unas semanas estuvo presentando Luis Chacón sus libros en Villanueva de los Infantes, en Papelería Mari, y durante las firmas una señora le dijo que una anciana de 101 años se había leído “Los jubilados los carga el diablo” y que se había reído a carcajadas. El autor no salía de mi asombro, no por las risas de la lectora, porque su novela es una coña total llena de chuflas, sino por la edad de la susodicha. Dándole vueltas preguntó a Ana Auñón (propietaria de la papelería) si podía indagar quién era esa mujer de gustos tan exquisitos (jeje), e hizo sus averiguaciones. Contactó con Mari García, de la AECC de Infantes, y ésta a su vez lo hizo con Juani Molina, la hija de la anciana, y así, entre unas y otras, pudo el autor quedar con Dolores Contreras en su casa, para conocerla y hacerle una entrevista.

Lo que más le sorprendió de esta mujer es lo bien que está para la edad que tiene. ¡¡¡Ojo, que estamos hablando de 101 años!!! Pero es que Dolores, aparte de estar físicamente bien, de cabeza es súper lúcida. ¡¡Ya quisiera Chacón llegar a esa edad y con esas capacidades!! ¡¡Ni siquiera usa gafas para leer!! Le preguntó Chacón cuál era el truco para estar así y se encogió de hombros… “Trabajar mucho y comer bien”, dijo. “No, eso no puede ser, porque yo zampo como si no hubiera un mañana y trabajo mucho, y estoy ya para que me lleven a la escombrera”, le dijo Luis.
Le preguntó por su experiencia con los “jubilados”, si se había reído, si le había parecido larga, qué personaje le había gustado más… y le contestó lo siguiente: “No he parado de reír, y no me ha parecido larga, porque es entretenida, y no aburre. Y con quien mejor me lo he pasado ha sido con Pochele (el niño del libro), porque le pasan mil perrerías, los ancianos lo ponen en unos compromisos que pa qué. Yo decía, amos lo que le van a hacer al pobre… Graaaaa…”. Se partió de risa el valdepeñero con Dolores, porque aparte de ser una mujer súper simpática y divertida, sus expresiones son tan manchegas como las nuestras, pero es que al fin y al cabo vivimos a apenas 32 km. La jerga es casi la misma.
Terminada la charla le dijo Chacón que si le invitaba a merendar, y su hija sacó rosquillas y mantecados, así que se hinchó a azúcares. Le resultó curioso ver que la anciana también se ponía “tibia”. “Tendrá que tener usted cuidado con el azúcar, ¿no?”, le preguntó preocupado el escritor, pero le dijo ella que a sus años no se iba a privar de caprichos. “Además, me tomo la pastilla del azúcar”, añadió, como si con eso ya corrigiera el desmadre de glúcidos que se estaba metiendo entre pecho y espalda. “Con un par, sí señora”, le dijo Chacón, y es que hace bien la mujer. «Si ya lo digo yo… que los jubilados pasan de “toooooo”, jajaja», bromeó Luis.
«Creo que el secreto de su longevidad radica en su sentido del humor, porque esta señora está fuera de toda lógica. Quiero pensar que las risas, la alegría que irradia Dolores, es realmente su secreto. Vivir con humor alarga la existencia. ¡Reír es salud! A las pruebas me remito. Ahora se va a leer «Peripecias de un niño tiquismiquis 1″, lo que le va a resultar corto después de haberse leído el tocho de los jubilados», comentó el autor.
«Gracias, Dolores, por bridarme esta oportunidad, no todos los días un autor puede decir que un lector centenario ha leído su libro y lo ha disfrutado. Ha sido un honor conocerte. Gracias también a Juani, su hija, por facilitarme la “quedada” y por su amabilidad, y gracias como no, a mis investigadoras privadas, Ana y Mari. ¡Un besazo para todas!», expresó ya Chacón en Redes Sociales.

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