Tras Almedina, Luis Chacón visitó el Colegio Público José María del Moral, en Santa Cruz de los Cáñamos, donde se encontró, para su sorpresa, con un enorme mural que habían confeccionado profesores y alumnos durante los meses que habían dedicado a la lectura de Mawiwi. El mural contenía dibujos de todos los capítulos del cuento, definidos uno a uno, en un espectacular collage que le dejó boquiabierto.


Se quedó perplejo con tanto trabajo y esfuerzo, y durante unos minutos estuvo recreándose en los diferentes dibujos de los niños y niñas del colegio. Pero no solo eso, también habían elaborado una especie de agenda sobre el cuento, o como ellos denominaron, el «Libro Viajero». Este cuaderno, que parecía una «Guía Campsa» de lo grueso que era, contenía todos los resúmenes que los niños habían ido redactando sobre cada capítulo, además de dibujos e ilustraciones.

«Me quedé sin palabras, aquella sala era como un «Museo de Mawiwi». No puedo expresar la alegría que sentí al ver tanta afición reunida entorno a mi personaje. Me hicieron sentirme muy orgulloso de mi obra», explicó el autor. Pero ahí no acabó la cosa. Luego vinieron las preguntas de los escolares, que fueron muy divertidas y amenas. Al final fue Luis el que les hizo preguntas a ellos, a modo de trampa, pero se las respondieron todas acertadamente. ¡Se sabían el cuento con pelos y señales!

Fue entonces el momento de las firmas de ejemplares. He aquí una imagen del momento en que prácticamente los alumnos rodearon a Luis mientras Paqui le explicaba el funcionamiento del «Libro Viajero»:



No podía faltar la foto de grupo, con el cuerpo docente, a los que el escritor estuvo muy agradecido por el trabajo previo en las aulas.

De forma totalmente improvisada algunos alumnos abrazaron a Luis justo antes de irse, así que ya le ganaron del todo. «No se me llegó a despertar el instinto paternal, pero me caló muy hondo ese bonito gesto, rodeado de mis «gatetes», jejeje», bromeó el escritor valdepeñero.

«La verdad es que por momentos así no me importa cogerme días de vacaciones y echarme a la carretera para visitar coles. La finalidad es ayudar a A-down, no cabe duda, pero estas recompensas animan a uno a seguir contribuyendo», añadió Luis al finalizar la actividad.
Desde este post quiere trasladar el autor su agradecimiento, en concreto a:
– Carmen Maroto, por divulgar con tanto cariño a «Mawiwi» y su finalidad entre todos sus conocidos.
– A Mariángeles Rivera, por ser tan gran receptora de «Mawiwi» y promocionarlo en el colegio de su localidad, así como a su vecina Paqui Díaz (que lo trasladó a su colegio de Santa Cruz de los Cáñamos).
– Al colegio de Santa Cruz de los Cáñamos, por participar del proyecto con tanto interés (básicamente han instaurado el «Museo de Mawiwi»), y en especial a Paqui Díaz (que fomentó la campaña en su colegio y organizó las jornadas pacientemente).
– A los niños y niñas implicados, por leer y disfrutar de «Mawiwi» con tanta pasión y dedicación. Un abrazo enorme para todos ellos. Por extensión también debo recalcar el apoyo de las madres y padres de los escolares, puesto que sin su esfuerzo adquiriendo un ejemplar del libro, las jornadas no hubieran sido posibles.
– A mi madre, Juana de la Torre, por hacer de chófer, facilitándome el «tour», y por asumir incluso los gastos de gasolina. ¡Gracias madre!









